El aula en silencio: cuando termina el curso escolar
Son las dos de la tarde y el reloj de la pizarra digital hace clamar a un coro de adolescentes “¡ ya es la hora!” y como si obedecieran a un conjuro, se levantan, ríen, se empujan y salen. De pronto, todo se queda atrás y el aula permanece en silencio, casi sagrado, como el que a veces embarga al entrar en una iglesia.
Enseñar es un oficio de estaciones
Enseñar, he aprendido, es un oficio de estaciones. Como la tierra, el aula germina y se vacía en ciclos. Cada septiembre llegan esos rostros nuevos -algunos con la ambición de dejarse notar, otros con la fragilidad de quien teme ser visto- y una vez más empieza el antiguo ritual: nombrar, escuchar, explicar, corregir. Enseñar no solo lo que está en los libros, sino lo que no se encuentra escrito en ninguna parte : paciencia, compasión, dignidad.
Cuando los alumnos se van, algo queda
Hoy les he visto marcharse. Algunos con una soltura envidiable; otros, callados, demorando el paso como si aún no estuvieran listos para cruzar ese umbral. Dejan atrás no solo papeles arrugados sino también algunos sueños cumplidos y otros tantos por cumplir. Abrazos con olor a vainilla, selfies apresurados y un “feliz verano” con brillo en los ojos.

El final del curso también es un comienzo para el docente
El curso termina, sí, pero no es un final en sentido estricto. Es un pasaje, una curva en un camino a veces sinuoso. Ellos, sin darse cuenta, comenzarán a escribir un nuevo capítulo. Empezarán a tomar decisiones, a cuestionarse lo que antes aceptaban, a preguntarse -aunque no lo digan- por qué y para qué.
Y yo también comienzo a dejarles ir. Me dispongo como el actor que se desmaquilla y se prepara para la próxima escena, con nuevos nombres, diálogos y silencios.
Reflexión final: la huella del maestro
Todo final es un comienzo. Y aunque me quede aquí, colocando sillas, recogiendo papeles sueltos, bajando persianas, me llevo la certeza gratificante de haber sido parte, aunque breve, de su floreciente vida. Y eso, en realidad, no es poco.